La autoestima que nace de creer en tus ideas: lo que aprenden los niños en la MBA League

Cada edición de la MBA League reúne a cientos de niños con un desafío en común: observar su entorno, detectar una necesidad y crear una solución.
Parece simple, pero detrás de este proceso hay una revolución educativa. Los niños dejan de ser espectadores y se convierten en creadores. Piensan, debaten, experimentan, se equivocan, mejoran… y, sobre todo, aumentan su autoestima al sentir el orgullo de haber creado algo propio.

Del pensamiento a la acción

Durante la MBA League, los equipos de estudiantes trabajan en proyectos reales: ideas que buscan resolver problemas de su comunidad, su escuela o su entorno.
Durante este proceso aprenden a:

  • Colaborar y escuchar puntos de vista distintos.
  • Tomar decisiones y asumir responsabilidades.
  • Gestionar la frustración cuando algo no sale como esperaban.
  • Y defender con orgullo lo que han construido.

Cada paso del proceso fortalece su autonomía, su seguridad y su autoestima interna.

Autoestima interna: la que permanece

La autoestima es la valoración que una persona hace de sí misma. Pero no toda autoestima se construye igual: hay una diferencia fundamental entre la autoestima externa y la autoestima interna.

Autoestima externa

Es la que depende de la aprobación, el reconocimiento o las opiniones de los demás.
Un niño con autoestima externa necesita constantemente refuerzos del tipo:

  • “¡Qué bien lo hiciste!”
  • “Eres el mejor de la clase.”
  • “Sacaste un 10, felicidades.”

Estos mensajes no son negativos, pero si son la única fuente de valoración, el niño aprende que su valor depende de los resultados o de lo que otros piensen de él. Cuando no recibe elogios o cuando algo le sale mal, su confianza se desploma.

En resumen: la autoestima externa es inestable.
Sube con los aplausos y baja con los errores o la crítica.

Autoestima interna

La autoestima interna, en cambio, nace de la percepción personal del propio valor, independientemente de los juicios externos.
Se construye cuando un niño:

  • Se siente orgulloso de su esfuerzo, aunque no haya ganado.
  • Reconoce sus avances y aprendizajes.
  • Se respeta y se trata con amabilidad, incluso cuando se equivoca.
  • Aprende a evaluar su progreso según su propio criterio, no solo el de los demás.

Es una autoestima más profunda y sólida, porque no depende del entorno.
Permite que los niños enfrenten desafíos con seguridad, sin miedo a equivocarse, y que confíen en sus capacidades incluso cuando no hay reconocimiento externo.

En resumen: la autoestima interna es estable y se mantiene firme frente al fracaso o la crítica, porque está anclada en la autoaceptación y la confianza personal.

Crecer creyendo en uno mismo

La MBA League no solo enseña emprendimiento. Enseña a confiar, crear y colaborar.
Forma niños capaces de imaginar soluciones y, sobre todo, de creer que pueden hacerlas realidad.

Esa es la verdadera victoria: niños que se atreven a pensar, a proponer, a fallar y a volver a intentarlo… Niños que descubren que la autoestima más fuerte es la que nace de creer en tus ideas.

Los colegios que apuestan por el futuro: ¿por qué incorporan programas de emprendimiento?

El mundo cambia a una velocidad sin precedentes. Las profesiones se transforman, las tecnologías evolucionan y los desafíos globales exigen soluciones creativas. En este contexto, los colegios que realmente miran hacia el futuro no solo enseñan matemáticas o ciencias: enseñan a pensar, a crear y a emprender.

Incorporar programas de emprendimiento infantil y juvenil ya no es una tendencia, sino una necesidad para preparar a los estudiantes para un mundo donde la innovación, la autonomía y la colaboración son claves.

El cambio de paradigma educativo

Durante décadas, el sistema educativo se centró en formar alumnos que repitieran conocimientos. Hoy, el reto es formar niños capaces de generar ideas, resolver problemas y adaptarse con flexibilidad.
Los colegios que han entendido este cambio están transformando sus aulas en verdaderos laboratorios de aprendizaje, donde los alumnos se convierten en protagonistas de su propio desarrollo.

Emprender como forma de aprender

Los programas de emprendimiento no buscan que todos los niños sean empresarios, sino que aprendan a pensar como emprendedores: curiosos, perseverantes, responsables y con una mentalidad de crecimiento.

A través de proyectos reales, los estudiantes:

  • Identifican necesidades en su entorno.
  • Diseñan soluciones creativas.
  • Trabajan en equipo.
  • Aprenden a comunicar y defender sus ideas.
  • Desarrollan empatía, liderazgo y pensamiento crítico.

Estas experiencias despiertan habilidades que difícilmente se adquieren en una clase tradicional, pero que son esenciales para el siglo XXI.

Colegios que inspiran el cambio

Cada vez más instituciones educativas están sumando iniciativas como MBA Kids, que combinan educación financiera, innovación y liderazgo con dinámicas lúdicas y colaborativas.
Estos programas no solo potencian el aprendizaje académico, sino que fortalecen la autoestima, la toma de decisiones y la responsabilidad personal de los estudiantes.

Además, los colegios que apuestan por este tipo de formación logran un impacto positivo en su comunidad educativa:

  • Padres más comprometidos con el aprendizaje de sus hijos.
  • Docentes motivados por metodologías activas.
  • Niños más autónomos, curiosos y seguros de sí mismos.

El futuro pertenece a los que se atreven a crear

Incorporar el emprendimiento en la educación no es preparar a los niños para un único camino, sino abrirles todas las puertas posibles.
Es enseñarles que pueden construir su propio futuro, tomar la iniciativa y transformar su entorno con ideas y acción.

Como decimos en MBA Kids, el emprendimiento es una actitud ante la vida: una forma de mirar los desafíos con optimismo y confianza.

Los colegios que entienden esto no solo enseñan para aprobar exámenes: enseñan para vivir, para crear y para liderar el mañana.

De la vergüenza al orgullo: cómo enseñar a los niños a perder el miedo a fracasar

En un mundo que premia los logros y las medallas, hablar del fracaso sigue siendo incómodo. Desde pequeños, muchos niños aprenden que equivocarse es algo que deben evitar a toda costa. Sin embargo, los errores son una parte natural —y necesaria— del aprendizaje. En MBA Kids creemos que enseñar a los niños a transformar la vergüenza en orgullo es uno de los regalos más valiosos que podemos darles para su futuro.

El problema de la “cultura del acierto”

Desde los primeros años escolares, los niños se acostumbran a recibir recompensas por las respuestas correctas y correcciones por las equivocadas. Sin darnos cuenta, fomentamos una cultura en la que el valor personal se asocia al éxito inmediato.
Esta mentalidad puede generar miedo: miedo a intentarlo, a participar, a destacar… o simplemente a equivocarse delante de los demás. Y ese miedo, si no se aborda, puede acompañarlos en su vida adulta como inseguridad o perfeccionismo paralizante.

El fracaso como parte del proceso

En lugar de evitar los errores, debemos ayudar a los niños a entenderlos como una fuente de información. Cada intento fallido les enseña algo sobre el camino, sobre su esfuerzo y sobre su capacidad para adaptarse.
Cuando los niños aprenden que el fracaso no los define, sino que los fortalece, comienzan a desarrollar resiliencia, autoconfianza y mentalidad de crecimiento, todas ellas habilidades esenciales para su futuro.

Cómo fomentar una relación saludable con el fracaso

  1. Habla abiertamente de los errores
    Cuéntales a tus hijos o alumnos historias personales donde algo no salió como esperabas. Mostrar vulnerabilidad humana los libera de la presión de ser “perfectos”.
  2. Celebra el esfuerzo, no solo el resultado
    Reconocer la perseverancia y la creatividad les enseña que el valor está en el proceso, no solo en la meta.
  3. Reformula la palabra “fracaso”
    En MBA Kids, nos gusta hablar de “experimentos”. Un experimento puede salir diferente a lo planeado, pero siempre deja un aprendizaje.
  4. Usa el humor como herramienta
    Reírse de un error —sin burlas, desde la empatía— ayuda a desactivar la carga emocional que lo acompaña.
  5. Crea espacios seguros para probar y fallar
    Los niños necesitan ambientes donde se sientan apoyados para intentar cosas nuevas, sin miedo al juicio. Los talleres, proyectos grupales o simulaciones son excelentes para esto.

Del error nace la innovación

Si observamos a los grandes inventores, deportistas o emprendedores, todos comparten una misma historia: fracasaron muchas veces antes de triunfar. Lo que los distinguió fue su capacidad para aprender, ajustar y volver a intentarlo.
Esa es precisamente la mentalidad que buscamos cultivar en MBA Kids: una generación de niños que vea en los desafíos una oportunidad para crecer, no una amenaza a su autoestima.

De la vergüenza al orgullo

Ayudar a los niños a perder el miedo al fracaso es enseñarles a mirarse con amor incluso cuando se equivocan. Es mostrarles que cada intento los acerca un paso más a su mejor versión.
Cuando un niño se atreve a probar, a fallar y a volver a intentarlo… ya está triunfando. Porque el verdadero éxito no está en no caer, sino en levantarse con más sabiduría y orgullo.