La autoestima que nace de creer en tus ideas: lo que aprenden los niños en la MBA League

Cada edición de la MBA League reúne a cientos de niños con un desafío en común: observar su entorno, detectar una necesidad y crear una solución.
Parece simple, pero detrás de este proceso hay una revolución educativa. Los niños dejan de ser espectadores y se convierten en creadores. Piensan, debaten, experimentan, se equivocan, mejoran… y, sobre todo, aumentan su autoestima al sentir el orgullo de haber creado algo propio.

Del pensamiento a la acción

Durante la MBA League, los equipos de estudiantes trabajan en proyectos reales: ideas que buscan resolver problemas de su comunidad, su escuela o su entorno.
Durante este proceso aprenden a:

  • Colaborar y escuchar puntos de vista distintos.
  • Tomar decisiones y asumir responsabilidades.
  • Gestionar la frustración cuando algo no sale como esperaban.
  • Y defender con orgullo lo que han construido.

Cada paso del proceso fortalece su autonomía, su seguridad y su autoestima interna.

Autoestima interna: la que permanece

La autoestima es la valoración que una persona hace de sí misma. Pero no toda autoestima se construye igual: hay una diferencia fundamental entre la autoestima externa y la autoestima interna.

Autoestima externa

Es la que depende de la aprobación, el reconocimiento o las opiniones de los demás.
Un niño con autoestima externa necesita constantemente refuerzos del tipo:

  • “¡Qué bien lo hiciste!”
  • “Eres el mejor de la clase.”
  • “Sacaste un 10, felicidades.”

Estos mensajes no son negativos, pero si son la única fuente de valoración, el niño aprende que su valor depende de los resultados o de lo que otros piensen de él. Cuando no recibe elogios o cuando algo le sale mal, su confianza se desploma.

En resumen: la autoestima externa es inestable.
Sube con los aplausos y baja con los errores o la crítica.

Autoestima interna

La autoestima interna, en cambio, nace de la percepción personal del propio valor, independientemente de los juicios externos.
Se construye cuando un niño:

  • Se siente orgulloso de su esfuerzo, aunque no haya ganado.
  • Reconoce sus avances y aprendizajes.
  • Se respeta y se trata con amabilidad, incluso cuando se equivoca.
  • Aprende a evaluar su progreso según su propio criterio, no solo el de los demás.

Es una autoestima más profunda y sólida, porque no depende del entorno.
Permite que los niños enfrenten desafíos con seguridad, sin miedo a equivocarse, y que confíen en sus capacidades incluso cuando no hay reconocimiento externo.

En resumen: la autoestima interna es estable y se mantiene firme frente al fracaso o la crítica, porque está anclada en la autoaceptación y la confianza personal.

Crecer creyendo en uno mismo

La MBA League no solo enseña emprendimiento. Enseña a confiar, crear y colaborar.
Forma niños capaces de imaginar soluciones y, sobre todo, de creer que pueden hacerlas realidad.

Esa es la verdadera victoria: niños que se atreven a pensar, a proponer, a fallar y a volver a intentarlo… Niños que descubren que la autoestima más fuerte es la que nace de creer en tus ideas.

Los colegios que apuestan por el futuro: ¿por qué incorporan programas de emprendimiento?

El mundo cambia a una velocidad sin precedentes. Las profesiones se transforman, las tecnologías evolucionan y los desafíos globales exigen soluciones creativas. En este contexto, los colegios que realmente miran hacia el futuro no solo enseñan matemáticas o ciencias: enseñan a pensar, a crear y a emprender.

Incorporar programas de emprendimiento infantil y juvenil ya no es una tendencia, sino una necesidad para preparar a los estudiantes para un mundo donde la innovación, la autonomía y la colaboración son claves.

El cambio de paradigma educativo

Durante décadas, el sistema educativo se centró en formar alumnos que repitieran conocimientos. Hoy, el reto es formar niños capaces de generar ideas, resolver problemas y adaptarse con flexibilidad.
Los colegios que han entendido este cambio están transformando sus aulas en verdaderos laboratorios de aprendizaje, donde los alumnos se convierten en protagonistas de su propio desarrollo.

Emprender como forma de aprender

Los programas de emprendimiento no buscan que todos los niños sean empresarios, sino que aprendan a pensar como emprendedores: curiosos, perseverantes, responsables y con una mentalidad de crecimiento.

A través de proyectos reales, los estudiantes:

  • Identifican necesidades en su entorno.
  • Diseñan soluciones creativas.
  • Trabajan en equipo.
  • Aprenden a comunicar y defender sus ideas.
  • Desarrollan empatía, liderazgo y pensamiento crítico.

Estas experiencias despiertan habilidades que difícilmente se adquieren en una clase tradicional, pero que son esenciales para el siglo XXI.

Colegios que inspiran el cambio

Cada vez más instituciones educativas están sumando iniciativas como MBA Kids, que combinan educación financiera, innovación y liderazgo con dinámicas lúdicas y colaborativas.
Estos programas no solo potencian el aprendizaje académico, sino que fortalecen la autoestima, la toma de decisiones y la responsabilidad personal de los estudiantes.

Además, los colegios que apuestan por este tipo de formación logran un impacto positivo en su comunidad educativa:

  • Padres más comprometidos con el aprendizaje de sus hijos.
  • Docentes motivados por metodologías activas.
  • Niños más autónomos, curiosos y seguros de sí mismos.

El futuro pertenece a los que se atreven a crear

Incorporar el emprendimiento en la educación no es preparar a los niños para un único camino, sino abrirles todas las puertas posibles.
Es enseñarles que pueden construir su propio futuro, tomar la iniciativa y transformar su entorno con ideas y acción.

Como decimos en MBA Kids, el emprendimiento es una actitud ante la vida: una forma de mirar los desafíos con optimismo y confianza.

Los colegios que entienden esto no solo enseñan para aprobar exámenes: enseñan para vivir, para crear y para liderar el mañana.

De la vergüenza al orgullo: cómo enseñar a los niños a perder el miedo a fracasar

En un mundo que premia los logros y las medallas, hablar del fracaso sigue siendo incómodo. Desde pequeños, muchos niños aprenden que equivocarse es algo que deben evitar a toda costa. Sin embargo, los errores son una parte natural —y necesaria— del aprendizaje. En MBA Kids creemos que enseñar a los niños a transformar la vergüenza en orgullo es uno de los regalos más valiosos que podemos darles para su futuro.

El problema de la “cultura del acierto”

Desde los primeros años escolares, los niños se acostumbran a recibir recompensas por las respuestas correctas y correcciones por las equivocadas. Sin darnos cuenta, fomentamos una cultura en la que el valor personal se asocia al éxito inmediato.
Esta mentalidad puede generar miedo: miedo a intentarlo, a participar, a destacar… o simplemente a equivocarse delante de los demás. Y ese miedo, si no se aborda, puede acompañarlos en su vida adulta como inseguridad o perfeccionismo paralizante.

El fracaso como parte del proceso

En lugar de evitar los errores, debemos ayudar a los niños a entenderlos como una fuente de información. Cada intento fallido les enseña algo sobre el camino, sobre su esfuerzo y sobre su capacidad para adaptarse.
Cuando los niños aprenden que el fracaso no los define, sino que los fortalece, comienzan a desarrollar resiliencia, autoconfianza y mentalidad de crecimiento, todas ellas habilidades esenciales para su futuro.

Cómo fomentar una relación saludable con el fracaso

  1. Habla abiertamente de los errores
    Cuéntales a tus hijos o alumnos historias personales donde algo no salió como esperabas. Mostrar vulnerabilidad humana los libera de la presión de ser “perfectos”.
  2. Celebra el esfuerzo, no solo el resultado
    Reconocer la perseverancia y la creatividad les enseña que el valor está en el proceso, no solo en la meta.
  3. Reformula la palabra “fracaso”
    En MBA Kids, nos gusta hablar de “experimentos”. Un experimento puede salir diferente a lo planeado, pero siempre deja un aprendizaje.
  4. Usa el humor como herramienta
    Reírse de un error —sin burlas, desde la empatía— ayuda a desactivar la carga emocional que lo acompaña.
  5. Crea espacios seguros para probar y fallar
    Los niños necesitan ambientes donde se sientan apoyados para intentar cosas nuevas, sin miedo al juicio. Los talleres, proyectos grupales o simulaciones son excelentes para esto.

Del error nace la innovación

Si observamos a los grandes inventores, deportistas o emprendedores, todos comparten una misma historia: fracasaron muchas veces antes de triunfar. Lo que los distinguió fue su capacidad para aprender, ajustar y volver a intentarlo.
Esa es precisamente la mentalidad que buscamos cultivar en MBA Kids: una generación de niños que vea en los desafíos una oportunidad para crecer, no una amenaza a su autoestima.

De la vergüenza al orgullo

Ayudar a los niños a perder el miedo al fracaso es enseñarles a mirarse con amor incluso cuando se equivocan. Es mostrarles que cada intento los acerca un paso más a su mejor versión.
Cuando un niño se atreve a probar, a fallar y a volver a intentarlo… ya está triunfando. Porque el verdadero éxito no está en no caer, sino en levantarse con más sabiduría y orgullo.

El experimento del puzzle o por qué no debemos alabar su inteligencia, sino su esfuerzo

En MBA Kids nos apasiona descubrir cómo aprenden los niños y qué pequeñas acciones pueden marcar una gran diferencia en su desarrollo. Hoy queremos hablarte de un experimento fascinante que cambió la manera en que entendemos la motivación infantil: el experimento del puzzle de Carol Dweck, psicóloga de la Universidad de Stanford y creadora del concepto de mentalidad de crecimiento (growth mindset).

El experimento

Dweck reunió a un grupo de niños y les propuso resolver una serie de puzzles. Todos recibieron los mismos retos, pero al terminar, los investigadores los dividieron en dos grupos, elogiándolos de manera diferente:

  • Al primer grupo se les dijo: “¡Qué inteligentes sois!”
  • Al segundo grupo se les dijo: “¡Qué bien trabajasteis! ¡Os esforzasteis mucho!”

Después, los niños podían elegir entre hacer un puzzle fácil (que sabían que resolverían sin problema) o uno más difícil (que les haría pensar y aprender algo nuevo).

¿El resultado?
Los niños que habían sido elogiados por su inteligencia prefirieron los puzzles fáciles, temiendo equivocarse y “dejar de parecer inteligentes”.
En cambio, los que habían sido elogiados por su esfuerzo eligieron los retos más difíciles, demostrando mayor curiosidad, perseverancia y disfrute del aprendizaje.

¿Qué nos enseña este experimento?

El mensaje es claro:
cuando alabamos la inteligencia, fomentamos el miedo al error. Cuando valoramos el esfuerzo, cultivamos la valentía para aprender.

Los niños necesitan entender que su cerebro es como un músculo, que crece y se fortalece con la práctica, el desafío y la constancia. Si les enseñamos que el esfuerzo es parte natural del aprendizaje, desarrollarán una mentalidad de crecimiento que los acompañará toda la vida.

Cómo aplicar esto en casa o en el aula

Aquí te dejamos algunas frases que puedes usar para fomentar el esfuerzo:

  • “Me encanta cómo seguiste intentando resolverlo.”
  • “¡Has mejorado un montón desde la última vez!”
  • “Cuéntame cómo lo hiciste, quiero entender tu proceso.”
  • “Fue difícil, pero no te rendiste. ¡Eso es lo que importa!”

Evita frases como:

  • “Eres tan inteligente.”
  • “Qué rápido lo hiciste.”
    Estas pueden reforzar una mentalidad fija, donde el niño cree que el talento es algo que se tiene o no se tiene.

En MBA Kids lo vemos cada día

En nuestros talleres y programas, fomentamos el aprendizaje basado en la curiosidad, el esfuerzo y la superación personal. Los niños descubren que equivocarse no es fracasar, sino una oportunidad para aprender y mejorar.

Porque al final, más allá de los logros y las notas, lo que realmente prepara a un niño para el futuro es la capacidad de intentarlo una y otra vez, con entusiasmo y confianza en sí mismo.

Más allá de robótica e idiomas: lo que debería enseñar la extraescolar que cursen tus hijos

En la última década, las actividades extraescolares han vivido una auténtica revolución. Donde antes predominaban los idiomas, el deporte o las clases de refuerzo académico, ahora aparecen propuestas innovadoras como robótica, programación o creación digital. Sin embargo, aunque estos aprendizajes técnicos son valiosos, no deberían eclipsar lo esencial: las habilidades humanas que acompañarán a los niños y niñas durante toda su vida.

El verdadero valor de una extraescolar

Las familias suelen buscar en las extraescolares un “plus” que prepare mejor a sus hijos para el futuro. Pero el futuro no depende solo de dominar inglés o manejar un robot. En un mundo marcado por la inteligencia artificial y el cambio constante, lo que realmente marcará la diferencia son cualidades que ninguna máquina puede sustituir: resiliencia, pensamiento crítico, creatividad y mentalidad emprendedora.

Una buena extraescolar en 2025 debería ser un entorno seguro donde los niños puedan equivocarse, aprender a gestionar la frustración, trabajar en equipo y atreverse a transformar sus ideas en proyectos.

Aprender a pensar, no solo a memorizar

Las extraescolares del futuro no se centran en repetir contenidos, sino en enseñar a pensar. Clubs de debate, talleres de resolución de problemas, proyectos sociales o laboratorios de ciencia aplicada son ejemplos de actividades que ponen a prueba la imaginación y la lógica de los estudiantes. Más allá del conocimiento técnico, lo que se busca es que los niños desarrollen la confianza necesaria para analizar, cuestionar y crear.

Emprender desde pequeños

La mentalidad emprendedora no significa fundar una empresa en la infancia, sino aprender a detectar oportunidades, tomar decisiones y perseverar cuando algo no sale como se esperaba. Actividades de emprendimiento infantil, ferias de proyectos o dinámicas de innovación ayudan a los niños a entrenar estas capacidades, fundamentales para su futuro personal y profesional.

Educación emocional y bienestar

Otro aspecto que ninguna tecnología puede replicar es la gestión emocional. Las extraescolares que incorporan mindfulness, dinámicas de autoconocimiento o trabajo en habilidades sociales permiten que los niños crezcan con mayor seguridad, empatía y capacidad de relación.

¿Qué debería aportar una extraescolar en 2025?

  • Un espacio para experimentar sin miedo al error.
  • Trabajo colaborativo, donde la cooperación pese más que la competencia.
  • Retos reales que conecten con la vida cotidiana.
  • Habilidades humanas que fortalezcan la autonomía y la confianza.

La escuela del futuro forma emprendedores, no empleados

Durante décadas, el modelo educativo tradicional se diseñó para preparar a los estudiantes a encajar en un sistema laboral estructurado y predecible. Se valoraba la obediencia, la repetición y la capacidad de seguir instrucciones: cualidades útiles en un mundo industrial, pero cada vez menos relevantes en el contexto actual.

Hoy, en pleno 2025, la realidad es otra. La automatización, la inteligencia artificial y la globalización han transformado el mercado laboral. Muchos de los empleos de ayer desaparecen o cambian de forma acelerada, mientras que surgen nuevas profesiones que requieren adaptabilidad, iniciativa y creatividad. En este escenario, la escuela del futuro no puede limitarse a “formar empleados”: su verdadero papel es cultivar emprendedores.

Emprender va más allá de crear empresas

Ser emprendedor no significa necesariamente montar una startup. La mentalidad emprendedora se define por la capacidad de detectar oportunidades, convertir ideas en proyectos, perseverar ante la incertidumbre y aprender del error. Son competencias que sirven tanto para liderar un negocio como para impulsar un cambio social, gestionar un equipo o incluso reinventarse profesionalmente en varias etapas de la vida.

Por eso, las escuelas del futuro trabajan para que cada niño y niña desarrolle estas habilidades desde temprana edad, aprendiendo a tomar decisiones, a colaborar, a comunicar y a atreverse a dar el primer paso.

Habilidades que la IA no puede reemplazar

La inteligencia artificial puede realizar cálculos, organizar datos y hasta generar textos o imágenes, pero hay algo que no puede sustituir: la resiliencia humana, la creatividad, el pensamiento crítico y la visión emprendedora.

Mientras las máquinas replican patrones, los seres humanos son capaces de imaginar lo que aún no existe. La escuela del futuro debe centrarse en potenciar estas fortalezas, preparando a los estudiantes no para seguir instrucciones, sino para diseñar el mundo en el que quieren vivir.

Aprender haciendo

El nuevo paradigma educativo apuesta por el aprendizaje experiencial: proyectos reales, prototipos, debates, trabajo en equipo y contacto directo con la comunidad. Ya no se trata solo de aprobar exámenes, sino de resolver problemas del día a día, de equivocarse y volver a intentarlo.

Talleres de emprendimiento infantil, laboratorios de innovación, clubs de debate o programas de impacto social son ejemplos de cómo se entrena la mentalidad emprendedora. Así, los niños y niñas no solo aprenden teoría, sino que desarrollan la confianza en sí mismos necesaria para transformar sus ideas en acciones.

El reto para familias y educadores

El desafío es cultural. Los padres, madres y docentes deben acompañar este cambio entendiendo que el éxito de sus hijos no se mide únicamente en notas o títulos, sino en su capacidad para adaptarse, crear y liderar. Formar emprendedores significa darles espacio para equivocarse, experimentar y atreverse.

El futuro ya empezó

La escuela del futuro no espera a que los estudiantes salgan al mercado laboral para enseñarles a innovar. Lo hace desde la infancia, en cada proyecto, en cada conversación y en cada experiencia significativa.

Porque el gran objetivo no es fabricar empleados obedientes, sino formar ciudadanos emprendedores, capaces de inventar su propio camino y de aportar valor a la sociedad en cualquier circunstancia.

Consejos prácticos para fomentar la mentalidad emprendedora en casa

  1. Anima a tus hijos a hacer preguntas: no des siempre la respuesta; invítalos a buscar soluciones.
  2. Celebra los errores: enséñales que equivocarse es parte del proceso de aprender y crear.
  3. Impulsa proyectos propios: desde un pequeño negocio de barrio hasta un experimento casero, lo importante es que lleven sus ideas a la acción.
  4. Promueve la resiliencia: cuando algo no salga bien, acompáñalos para que vuelvan a intentarlo.
  5. Fomenta la creatividad diaria: arte, escritura, juegos de construcción, inventos con materiales reciclados.
  6. Trabaja el pensamiento crítico: comenta noticias, debate diferentes puntos de vista y enséñales a argumentar.
  7. Da espacio a la autonomía: permite que tomen decisiones en la vida cotidiana, aunque sean pequeñas.
  8. Reconoce el esfuerzo más que el resultado: lo que realmente construye confianza es valorar la perseverancia.

El mundo ha cambiado: ¿cómo debería ser una extraescolar en 2025?

En pocos años, las actividades extraescolares han dejado de ser un simple refuerzo académico o una opción de ocio, para convertirse en auténticos laboratorios de futuro. No es casualidad: la sociedad de 2025 demanda competencias nuevas, un aprendizaje más flexible y experiencias que preparen a los niños y niñas para desenvolverse en un mundo en permanente cambio en el que la IA va a tener un papel destacado.

De la repetición a la creatividad

Las actividades extraescolares tradicionales solían centrarse en reforzar asignaturas o en ofrecer deportes clásicos. Hoy, esas propuestas siguen siendo valiosas, pero ya no bastan. Las familias y los centros educativos coinciden en que el valor diferencial está en cultivar habilidades que ninguna máquina puede replicar: mentalidad emprendedora, resiliencia, pensamiento crítico, trabajo en equipo y creatividad.

Son competencias profundamente humanas que, lejos de quedar obsoletas, se han vuelto imprescindibles en un contexto donde la inteligencia artificial y la automatización hacen gran parte del trabajo rutinario. El reto es claro: no se trata de acumular conocimientos, sino de aprender a usarlos de manera innovadora.

Aprender haciendo

El aprendizaje experiencial marca la pauta. Talleres de emprendimiento infantil, laboratorios de ciencia aplicada, clubs de debate, proyectos de impacto social o experiencias de mindfulness para gestionar emociones son solo algunos ejemplos de lo que empieza a consolidarse.

En 2025, una buena extraescolar debería tener tres ingredientes esenciales:

  1. Práctica real: trabajar con casos, experimentos o proyectos tangibles.
  2. Trabajo colaborativo: fomentar la cooperación frente a la competencia individual.
  3. Conexión con la vida diaria: que lo aprendido tenga sentido más allá del aula.

Y en el corazón de todo ello, habilidades que ninguna inteligencia artificial puede imitar: la capacidad de levantarse tras un fracaso, de mirar un problema desde otra perspectiva, de crear algo nuevo o de atreverse a iniciar un proyecto propio.

Un cambio cultural en las familias

Las familias también han cambiado su mirada. Hoy buscan actividades que aporten bienestar, autonomía y propósito a sus hijos. En este sentido, los programas extraescolares se convierten en espacios donde explorar pasiones y ensayar talentos, desarrollando competencias que los acompañarán toda la vida y que no se trabajan de forma integral en las aulas de los centros educativos. El mundo ha cambiado. En 2025, una extraescolar no puede limitarse a “llenar horas” después del colegio: debe ser una experiencia transformadora que combine creatividad, pensamiento crítico, resiliencia y mentalidad emprendedora.

Extraescolares: 7 preguntas clave que los padres debemos hacernos antes de elegir

La vuelta al cole también es la vuelta a las extraescolares. Y toca elegir, y no siempre es fácil. La hay de todo tipo, lo que nos doficulta saber cuál es la que más se adapta a nuestro hijo.

Para ayudarte con la tarea, hemos preparado las que desde nuestro punto de vista son las 7 preguntas que debemos hacernos antes de elegir extraescolar para no equivocarnos.

1. ¿Cuál es el objetivo real?

La primera pregunta que debemos hacernos es si estamos buscando reforzar el rendimiento académico, fomentar algunas habilidades o capacidades concretas, mejorar la socialización o simplemente que el niño disfrute. Poner en el centro las necesidades del menor —y no solo las expectativas de los adultos, es básico si queremos dar con la tecla.

2. ¿Responde al interés del niño?

No es raro que un padre inscriba a su hija en piano porque él siempre quiso tocar un instrumento, o que un niño haga fútbol porque “todos sus amigos van”. Escuchar a los hijos y darles voz en la elección es clave para garantizar la motivación a largo plazo. padres proyectan sus propios deseos en la elección. Pregunta a tu hijo qué le gustaría probar.
Claves rápidas:

  • Escucha sus propuestas
  • Permite que tu hijo haga una prueba antes de comprometerte todo el curso

3. ¿Es adecuada a su edad?

La actividad debe adaptarse al desarrollo físico y emocional. Algunas actividades requieren madurez física o cognitiva que puede no estar presente aún. Por otro lado, debemos tener en cuenta que los niños muy pequeños, cuando salen del colegio, lo que de verdad quieren es estar con sus padres, a los que han echado muchísimo de menos durante la larga jornada escolar. Por tanto, también deberíamos preguntarnos si nuestro hijo realmente necesita esa actividad.

4. ¿Encaja con la vida familiar?

La logística importa. Horarios, traslados y duración de las sesiones deben encajar en la rutina familiar sin generar un estrés añadido. Un calendario equilibrado entre escuela, descanso, juego libre y actividades es fundamental para el bienestar infantil.

Por tanto, antes de apuntarle, revisa:
– Horarios de salida del colegio.
– Desplazamientos y tráfico.
– Tiempo libre para descansar, hacer deberes y jugar.

Una agenda demasiado apretada puede generar cansancio y estrés.

5. ¿Cuál es la calidad y formación de los monitores?

Más allá del contenido, el rol del adulto a cargo es determinante. Conviene preguntar por su experiencia, su metodología y cómo gestionan la disciplina y la motivación de los niños. Un buen monitor puede marcar la diferencia entre el entusiasmo y el abandono.

6. ¿Aprenderá disfrutando?

Las extraescolares no deberían vivirse como una extensión de las obligaciones escolares. Incluso cuando son académicas, necesitan un componente lúdico que invite a la participación. La clave está en aprender disfrutando. Hasta las actividades más exigentes deberían dejar espacio al juego y a la motivación.

7. ¿Aporta variedad frente al colegio?

A no ser que nuestro hijo necesite refuerzo en alguna asignatura, o destaque mucho en algo y queráis potenciarlo, lo ideal es que en las actividades extraescolares toque disciplinas que no se trabajen en el colegio. De esta forma, estamos ampliando su abanico de conocimientos.

Aprender haciendo: cómo los proyectos fomentan el liderazgo y la creatividad en los niños

Imagina a un niño organizando una obra de teatro con sus amigos, o a una niña diseñando su propio cartel para vender limonada. Puede parecer un simple juego, pero detrás hay algo mucho más poderoso: están desarrollando liderazgo, creatividad, trabajo en equipo y capacidad de organización. Todo a través del método más natural y efectivo: aprender haciendo.

¿Qué es el aprendizaje basado en proyectos?

Es una forma de aprender que parte de un reto o una idea y culmina en la creación de algo concreto: un experimento, una maqueta, un juego, una presentación, una actividad. En lugar de memorizar datos, los niños exploran, prueban, fallan, corrigen y construyen.

Este tipo de aprendizaje activa no solo su mente, sino también su motivación, su iniciativa personal y su capacidad para liderar y colaborar.

¿Por qué los proyectos desarrollan liderazgo y creatividad?

  1. Los niños toman decisiones
    Desde cómo organizarse, con quién trabajar, hasta qué materiales usar. Decidir implica asumir responsabilidades, un primer paso para liderar.
  2. Tienen que resolver problemas reales
    Cuando algo no sale como esperaban, deben buscar soluciones. Ahí florece la creatividad: probando caminos nuevos, imaginando alternativas.
  3. Aprenden a comunicarse y escuchar
    Si el proyecto es grupal, tienen que explicar ideas, convencer, coordinar, negociar. Habilidades clave para cualquier líder.
  4. Se conectan con lo que les apasiona
    Los proyectos permiten partir de sus intereses. Y cuando algo nos apasiona, la creatividad se dispara.

¿Cómo podemos fomentar esto desde casa?

Propón mini-proyectos adaptados a su edad
Por ejemplo: armar un menú familiar, decorar una habitación, inventar un juego, preparar una pequeña exposición sobre un animal, construir algo con reciclaje.

Dales libertad para decidir
Guía, pero no controles. Lo importante no es que quede “perfecto”, sino que sea suyo. Que sientan que tienen el control del proceso.

Ayúdales a planificar, paso a paso
Enséñales a organizarse: ¿Qué necesitamos? ¿Cuánto tiempo nos llevará? ¿Quién hace qué? Esto fortalece la autonomía y el pensamiento estratégico.

Celebra el proceso, no solo el resultado
Hazles ver lo que aprendieron, los obstáculos que superaron, lo que inventaron por su cuenta. Eso les da confianza y los motiva a seguir creando.

Invítales a presentar su proyecto
Contar lo que hicieron, mostrarlo a la familia o explicarlo a otros fortalece su autoestima y su capacidad de comunicación.

Un consejo final

A través de los proyectos, los niños no solo aprenden contenido. Aprenden a creer en sus ideas, a trabajar con otros, a liderar con empatía y a encontrar soluciones propias. Y eso, más allá de lo académico, es lo que verdaderamente los prepara para la vida.

Así que cuando veas a tu hija construyendo una casa con cajas o a tu hijo planificando una merienda con sus amigos, recuerda: no están solo jugando, están desarrollando habilidades de futuro. Y tú puedes estar ahí, sembrando confianza, acompañando sin dirigir, y dejando que brillen.

Infancia: la etapa ideal para sembrar la semilla del emprendimiento


Cuando pensamos en emprendimiento, a menudo lo asociamos con adultos montando negocios, asumiendo riesgos financieros o liderando empresas. Sin embargo, el verdadero espíritu emprendedor comienza mucho antes. La infancia, con su mezcla de imaginación, curiosidad y ganas de explorar, es el terreno fértil perfecto para sembrar esa semilla.

¿Qué significa sembrar el emprendimiento en la infancia?

No se trata de que los niños creen una empresa o hablen de inversión. Se trata de formar personas creativas, resilientes, seguras de sí mismas y capaces de convertir ideas en acciones. El emprendimiento es, ante todo, una actitud ante la vida. Y cuanto antes se cultive, más naturalmente crecerá.

¿Por qué la infancia es la mejor etapa para empezar?

  1. La mente infantil es naturalmente creativa
    A los niños no les asusta equivocarse. Inventan, imaginan, prueban. No tienen miedo de pensar diferente, algo fundamental para innovar.
  2. Están aprendiendo a formar su carácter
    Valores como la perseverancia, la empatía, la iniciativa o la responsabilidad se consolidan en los primeros años. ¿Por qué no incluir también el espíritu emprendedor como parte de esa base?
  3. Aprenden mejor haciendo que escuchando
    La infancia es el momento ideal para fomentar el «aprender haciendo»: juegos que simulan negocios, actividades en grupo, proyectos personales o tareas en casa que desarrollen autonomía.

¿Cómo podemos sembrar esa semilla desde casa?

Haz preguntas, no solo des respuestas
En lugar de explicar todo, pregúntales: “¿Tú qué harías?”, “¿Cómo resolverías esto?”. Eso los entrena para pensar, decidir y actuar.

Fomenta proyectos propios
Puede ser una tienda imaginaria, hacer pulseras para regalar, organizar una merienda o montar una venta de juguetes usados. Lo importante es que sientan que pueden crear algo suyo.

Permite que cometan errores
Cada error es una oportunidad para aprender. Si los protegemos demasiado, les quitamos la posibilidad de desarrollar resiliencia y autonomía.

Enséñales a ahorrar y manejar dinero
Desde pequeños, pueden entender el valor de las cosas, ahorrar para un objetivo o aprender que el dinero es una herramienta, no un fin.

Celebra el esfuerzo, no solo el resultado
Aplaudir la creatividad, el trabajo en equipo o la perseverancia es más valioso que enfocarse únicamente en si “salió bien” o “funcionó”.

Lo que se planta hoy, florece mañana

Educar con una mirada emprendedora no significa presionar ni adelantar etapas. Significa ayudar a nuestros hijos a descubrir que tienen dentro el poder de imaginar, construir y transformar. Que sus ideas valen. Que sus acciones cuentan. Que pueden crear un futuro propio, no solo adaptarse al que les toque.